el cine de mi casa

Samuel Bronston, Veniero Colasanti,

John Moore y Nicholas Ray revisando una maqueta de los decorados de 55 días en Pekín

El Hollywood español

 

Durante muchos años, en España, Hollywood estaba a la vuelta de la esquina. Entonces, el Oeste estaba en Guadix, en Almería, en Colmenar Viejo, en Hoyos de Manzanares  o en Esplugas de Llobregat. Cartago, Pompeya o la Grecia clásica se podían recrear en los estudios madrileños. Pekín, la antigua Roma o San Petesburgo en los decorados más grandes del mundo que sólo los sueños de un visionario como Samuel Goldwyn podían hacer realidad.

 

La llegada a España de un mito cinematográfico como Ava Gardner, supuso un soplo de aire fresco, un hecho insólito. Ava Gardner llegaba a España no con el fin de hacer turismo sino a rodar una película para sorpresa de los locales. Una película que producían los americanos con el extraño título de Pandora y el holandés errante. Hollywood había puesto  su mira en España, como antes lo había hecho en otros países europeos, para rodar aquí. De esta forma Pandora y el holandés errante se convierte en una de las primeras Runaway Poroductions en España. El concepto hace alusión a los rodajes de producción norteamericana que se realizaban fuera de los Estados Unidos de América. La explicación la encontramos en la liberación de los capitales norteamericanos obtenidos en la distribución de películas e inmovilizados en Europa tras la Segunda Guerra Mundial. Tras la contienda los problemas de la balanza de pagos obligaron a las naciones europeas a bloquear los beneficios americanos. Monedas como la lira, la libra, el franco o la peseta no se podían cambiar a dólares, por lo que las majors  americanas piensan en recuperar las ganancias en forma de bienes materiales. En concreto latas de película que podían traspasar la frontera pero que en sí mismas valían millones. Por tanto, había que rodar películas en las que se reinvirtiese el mayor coste de producción posible, algo compatible con las producciones colosalistas.

 

Progresivamente los americanos van iniciando rodajes en naciones como Italia. Escogen países que van siendo después abandonados por otros según se desbloquean capitales y se van encareciendo los rodajes. De esta forma, el fortalecimiento de la lira frente al dólar hace que los americanos se vengan a España. Este país, amén de tener capital americano bloqueado, era más barato. Los equipos de filmes como Espartaco que tenían sus interiores rodados en Cinecittà emigran a España para completar escenas de masas.

 

Centrándonos en España, sin duda el progresivo cambio de las relaciones entre el régimen franquista y los Estados Unidos influyó en el desembarco de Hollywood en el país. La ONU había revocado la retirada de embajadores en España y los americanos acababan de conceder a Franco un crédito de sesenta y dos millones de dólares después de que éste manifestase que les apoyaba en el conflicto de Corea. Al tiempo, Truman nombró un encargado de negocios y ya se rumoreaba sobre el establecimiento de las Bases Aeronavales.

 

Unido a todo esto los americanos encuentran al llegar a España unas condiciones de rodaje sorprendentemente favorables: amplias horas de luz, miméticos exteriores cuasi vírgenes, estudios cinematográficos suficientemente preparados, un corpus técnico formado, mano de obra a nivel de figuración y peonada realmente barata y apoyo estatal incluso con participación del ejército.

 

Y por encima de todo un elemento importantísimo: flexibilidad sindical. Cuando Franco se alzó con el poder, sustituyó los sindicatos profesionales por el famoso Sindicato Vertical, férreamente controlado por los empresarios, por lo que no había riesgo de protestas ni reivindicaciones laborales.

 

A Pandora y el holandés errante de Albert Lewin, protagonizada por Ava Gardner y James Mason y rodada en su mayor parte en la catalana playa de El Castell situada entre Tossa y Palamós, le seguirán títulos como Tres historias de amor de Hugo Fregonese y La princesa de Éboli de Terence Young si bien es en 1955 con Alejandro Magno de Robert Rossen cuando se inaugura el sistema de grandes superproducciones con directores de renombre, las más deslumbrantes estrellas de Hollywood, los decorados más espectaculares construidos nunca, y con ingentes masas humanas poblando la pantalla. Y financieramente, unas producciones con un único objetivo: gastar al máximo todo el dinero posible.

 

Ya avanzados los años setenta, con el aumento del nivel de vida y la consiguiente carestía de los precios, las grandes superproducciones muestran un evidente declive y los rodajes de películas extranjeras se van alejando de nuestro país, prefiriendo otras localizaciones más asequibles. Por esos años también cae en picado la producción de cine de género, tan abundante hasta entonces. Las películas del Oeste, el peplum, el terror, el cine de aventuras, muchas veces hechas con escasos medios pero que daban trabajo a técnicos y especialistas y que con frecuencia contaban  con importantes figuras internacionales dejan casi de producirse entre nosotros".

 

Miguel Losada y Victor Matellano

El Hollywood español,

T&B Editores, 2009

 

 

 

 

Películas programadas

 

Pandora y el holandés errante (1950)

Rey de reyes (1961)

El Cid (1961)

La isla misteriosa (1961)

Lawrence de Arabia (1962)

55 días en Pekín (1963)

La caída del Imperio Romano (1964)

El fabuloso mundo del circo (1964)

La batalla de las Ardenas (1965)

Doctor Zhivago (1965)

Golfus de Roma (1966)

Camelot (1967)

La batalla de Inglaterra (1969)

Patton (1970)

Nicolás y Alejandra (1971)

Papillón (1973)

El viento y el león (1975)

Conan el bárbaro (1982)

El imperio del sol (1987)

Exodus: Dioses y reyes (2014)

 

 

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